lunes, 8 de abril de 2024

Los jueves, mercado

Las farolas iluminan el pasaje que corre paralelo a las vías del tren -hoy día soterradas- entre El Rollo y La Colonia, paso peatonal hacia el mercado público del jueves de Barriomar (c/ Orilla de la Vía, Murcia), ubicado en el parking situado bajo el puente de la autovía Murcia-Cartagena. 

La noche sigue cerrada mientras furgonetas y camiones entran al recinto. Los ruidos de metales y plásticos, motores, cajas y carretillas en movimiento quiebran el silencio del amanecer: hay que montar rápido para permitir que los feriantes puedan acceder a sus sitios. Así los primeros van al fondo, dejando los vehículos en el lateral del parking, y los demás van entrando según orden de ocupación, descargando el material y retirando las furgonetas para que a su vez puedan entrar los compañeros.

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... De madrugada

... Preparando el puesto

José, el cantinero de Churros Yelo, sirve café, chocolate con churros y algún espirituoso que otro desde las seis de la mañana. Hoy es dueño del puesto ambulante, una roulotte cafetería-churrería que montara su suegro en 1952, su primer jefe hace 32 años. El hostelero no ve el futuro muy optimista. Como dice con cierta melancolía, los hijos toman otros caminos menos sacrificados que este. Él, por lo que le toca, espera terminar su vida laboral en el quiosco rodante del que es responsable desde hace 20 años, sirviendo cafés y esos churros ricos-ricos que tan bien sientan a esas horas.

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José cocina churros...

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José posa a medio día en su cafetería ambulante
Al fondo, al inicio del aparcamiento, Pedro Ramón descarga las frutas y verduras del camión que conduce desde Granja Rocamora (Callosa de Segura, Alicante) acompañado de su tía, la infatigable Julia Pérez, que a punto está de cumplir los 87 años. Llevan 15 años juntos. Y los que les quedan. Al lado de tía y sobrino, David monta el puesto de frutos secos y chuches, Frutos Secos PeriCas, fundado por el padre de David, que hoy rige junto a su mujer Nuria. Las bolsas de frutos secos se colocan cuidadosamente junto a caramelos y golosinas, de todos los tamaños y colores, puestos en orden para permitir a los clientes autoabastecerse dentro de la variedad de artículos que vende la pareja.

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Pedro Ramón y Julia montan su puesto en la madrugada del jueves
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David montando su puesto...
Paco Cánovas, de Frutas San Ginés, lleva toda la vida en esto. Viene desde San Ginés (Murcia), de donde parte a las cinco de la mañana con su cargamento de frutas y verduras, seleccionadas y colocadas para que los clientes lo tengan todo a mano. Y su cordialidad, la mejor de las bazas como comercial. Colocando su puesto, Juan, un veterano que lleva 30 años en el mercado, es ayudado por los jóvenes Jonathan y José que esperan poder seguir en el negocio, aunque la competencia algunas veces sea desleal. También Abdul y Mohamed terminan de instalar los productos antes del amanecer. Llevan unos ocho años en el mercado y trabajan cuatro en el municipio de Murcia. Ven la cosa regular, aunque siguen en ello esperando tiempos mejores.

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Juan, Jonathan y José

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Abdul y Mohamed

Los hermanos Parra, Juan y Antonio, vienen desde La Raya (Murcia). Son agricultores y vendedores, así que tienen lo mejor de su huerto para vender a clientes y amigos. Llevan 16 años en el tajo desde que heredaron el puesto de su madre. Juan, el mayor, lleva más de 50 años en el mercado, y de los cinco mercados semanales que trabajan cree que este es el más flojo, aunque supone que es debido a las obras -las eternas obras- del AVE. En otro de los puestos, Antonio sonríe para la foto. A su lado, Mª Ángeles, su hermana, se muestra incómoda ante el fotógrafo pero al final acepta posar junto a una clienta, de las tempraneras, que escoge producto entre las frutas y verduras del puesto. Son casi las 7:30 de la mañana y la luz comienza a hacerse notar debajo del puente. La hermana de Antonio solicita al ayuntamiento algo de iluminación para colocar los puestos pues a esas horas es bastante complicado montar debajo del puente, con apenas los focos de los vehículos para iluminar la tarea.

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Juan y Antonio Parra


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Antonio y Mariángeles

Al otro extremo del mercado, Estefanía pela y corta las patatas que colocará en las espadas de los quemadores de los pollos asados que servirá al final de la mañana. Lleva unos 15 años en el negocio familiar, Pollos Hnos. Martínez, negocio que comparte con sus hermanos. La empresa tiene cinco furgonetas-asadero con las que se reparten los mercados municipales, aunque ahora solo llevan tres en funcionamiento. Siempre sonriente, no ve el futuro muy halagüeño pues la cosa va muy floja. También se queja de los accesos del mercado, ahora complicada con el cierre de la entrada por Barriomar debido a las obras, aunque parece ser, según le han dicho, que a finales de verano volverá a abrirse.

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Estefanía posa en su asadero de pollos

P.R. viene desde la Vega Baja. Este es el único mercado que trabaja en el municipio de Murcia. El joven alicantino coloca la bisutería delicadamente sobre los tapetes. Todo aquello que puedas imaginar lo encontrarás encima de sus tableros: anillos, pendientes, pulseras, bolsos... Básicamente producto femenino pues, según él, las mujeres no discuten tanto los precios como los hombres. Y, además, siempre necesitan más: "A ver, ¿cuántos pantalones necesitas tú de temporada? Pues eso". Busca producto nuevo en ferias a las que acude con otros comerciantes del ramo, y aunque su producto no sea perecedero sí que es de temporada: "las tendencias varían, amigo".

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P.R. coloca su bisutería en los tapetes

Choukri también viene de la provincia vecina, concretamente desde Crevillente. Su puesto es de ropa íntima. Lleva 20 años en el mundo del mercado ambulante y de ellos diez en los mercados del municipio de Murcia, de los que hace cinco semanales. No lleva bien la competencia con los almacenes chinos: "Vas a por un tornillo y terminas llevándote unos calzoncillos". Tampoco ve relevo generacional en los clientes pues ve, con cierto temor, que la juventud no se acerca al mercado y eso no será bueno para los años venideros. Aun con cierto pesimismo, Choukri mantiene la sonrisa, siempre atento al cliente, esperando que la mañana sea rentable y haya merecido la pena el madrugón. José Sánchez posa para el fotógrafo al frente del puesto de zapatería que regenta desde hace 15 años. Trabaja los mercados de los municipios de Murcia, Torre Pacheco y Orihuela. Cree que son malos tiempos para la venta ambulante; que no están bien distribuidos tanto los puestos como el precio de las tasas municipales y que habría que ajustarlas a las necesidades de cada puesto.

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Choukri

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José Sánchez en su puesto de zapatos

La figura de Fátima llama la atención al periodista. Pequeñica y menuda monta el quiosco entre barras y plásticos con una fuerza inesperada; se mueve ágil entre los hierros mientras vacía la furgoneta y coloca el género en los recién puestos paneles. Uno no puede imaginar tanta vitalidad en ese cuerpecico. 30 años de oficio avalan su profesionalidad en los cinco mercados que realiza todas las semanas en el municipio de Murcia. El producto que vende también es ropa íntima de hombre y mujer, dígase calcetines, calzoncillos, braguitas y sujetadores o camisetas que despacha secamente, pues no es de muchas palabras. A su vera, el joven Abderrahim sigue desembalando los fardos de ropa de la furgoneta, cuidadosamente empaquetada, de los que irá extrayendo vestuario de hombre y mujer para colocarlo, separado por sexos, en las perchas que sujetará en los hierros que configuran la pérgola, una pequeña jayma improvisada que permitirá a la clienta probarse de manera discreta, apartada de miradas incómodas. Heredó el negocio de su padre, que empezó en el mercado hace 20 años. Él continúa el negocio familiar desde hace tres o cuatro años. Trabaja seis mercados semanales, no todos en el municipio de Murcia, y continúa la labor aun a sabiendas de que la venta flojea desde hace meses. No obstante sabe y confía en la llegada de la primavera y el calor, el inicio de la temporada de verano, que devolverá la alegría a los puestos ambulantes.

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Fátima descarga su furgoneta...

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Abderrahim prepara la jayma...

Las mujeres musulmanas recorren los puestos buscando productos típicos para su cocina. Van en pareja o en grupos de tres, algunas con bebés que llevan en los carricoches que utilizan como carro de la compra, acercándose a los puestos regidos por sus compatriotas a los que hablan en su idioma y tratan como de toda la vida. Los puestos de magrebíes han crecido en estos últimos años. Ya no se dedican exclusivamente a la ropa, como era habitual en este colectivo, sino que también se han abonado a la fruta y verdura fresca como los paisanos que regentan las tiendas del barrio, carnicerías y tiendas de alimentación, instaladas desde hace años con los productos tradicionales del Magreb.

Sebastián viene de Alcantarilla con lo que le cabe en el coche, apenas cuatro cajas de pava (coliflor) y brócoli que ha recogido en Merca Murcia del estrío de los mayoristas. Está de pie, frente a las cajas, cerveza a la mano y sonrisa continua. Desde hace tres meses se arrima a este mercado, aunque lleva como tres o cuatro años en el tajo, no siempre de manera regular pero ahí lleva su currele, como bien explica. Canta su mercancía a los viandantes y espera que la mañana le dé para seguir mañana. Detrás de él, otro comerciante cuenta al periodista su afición a la fotografía y le niega un retrato porque no le gusta salir en las fotos; que empezó en esto hace unos 40 años y que ahí sigue, con sus seis mercados semanales; que el lunes, en su día libre, aprovecha para ir a comprar a Balsapintada o Mazarrón. Cuenta que cada mercado tiene lo suyo; no es que este sea mejor o peor que otros, sino que cada día es un misterio, que nunca sabes cómo saldrá la jornada.

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Sebastián

También hay un puesto de telas -con las cremalleras de colores más largas que ha visto este redactor-, bobinas de hilo y hules de cocina. Pero no hay foto, ni nombres ni historias que contar, solo referenciar a las mujeres que se reúnen entorno al hombre que les sirve los metros pedidos. En el otro extremo, Paco García esboza media sonrisa desde su camión-droguería, un pequeño espacio que comparte con su hijo, la tercera generación trabajando en la empresa familiar desde que hace 30 años la fundara el abuelo. El bazar tiene todo aquello que cualquier persona exigente pueda necesitar para el hogar, ya sea para limpieza o higiene personal. Cree que los supermercados cumplen con su cometido para las grandes compras y que no les quitan trabajo pues sus precios están dentro de la normalidad.

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Paco García e hijo en su droguería ambulante

La mañana se despereza bajo el puente; la claridad se impone a la negrura del amanecer. Los clientes comienzan a llegar al mercado y a pasearse entre los puestos, que lucen colores y formas que atrapan la vista del visitante. Y los olores, que llenan el aire con esencias de lavanda, menta o hierbabuena fresca. Las notas de Paquito el Chocolatero atruenan bajo el puente interpretadas al teclado eléctrico por un joven pianista. Su pareja, una mujer apenas pasada la adolescencia, pasea el platillo entre los viandantes esperando recibir alguna moneda "para la música". El gentío comienza a llenar el parking.

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Mediodía en el Mercado

Sonia Martínez regenta un puesto de zapatería. Lleva en el mercado desde los 14 años y 22 desde que es gerente del negocio. Explica la situación de los feriantes, esto es, la relación que mantienen con la Concejalía Delegada de Turismo, Comercio y Consumo, a través del Servicio de Comercio, Consumo, Mercados y Plazas de Abasto, y las licencias. Al parecer las concesiones llevan seis años paradas; que tras la pandemia los nuevos permisos se estancaron, pero espera que la situación vuelva pronto a la normalidad. Otra de las herramientas de los feriantes, según cuenta, es la Asociación de Vendedores de Cartagena y Murcia, asociación creada para representar a los feriantes de mercados ambulantes.

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Sonia Martínez

Sonriente siempre tras el mostrador de su roulotte-mercería, Ginesa López (Mercería Alarcón) lleva 23 años al frente del negocio pues su marido se dedica a la comercialización de productos de peluquería. Hace tres mercados en el municipio de Murcia y dos fuera, y espera seguir muchos años más. Cualquier artículo, del género que sea, que necesite la modista o el sastre más exigente, seguro que está aquí. El puesto más dulce del mercado se llama Los Villagordos. Lo conduce Charo Cayuelas desde El Raal, una roulotte-horno en el que despacha todo tipo de dulces y salados que trae desde el obrador de Espinardo. Lleva 15 años en el tajo y tres con Karen, su ayuda en el despacho de los productos frescos a la clientela que abarrota la barra de la roulotte.

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Ginesa López posa en su mercería...

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Charo y Karen en su puesto de dulces Los Villagordos

Cristina, clienta fiel del mercado, se entretiene buscando naranjas en su puesto habitual -"Nene, tiene unas patatas buenísimas"- mientras conversa con la vecina... Calibra el fruto y huele la piel mientras continúa metiendo naranjas a la bolsa: "Es un mercado muy cercano para las que vivimos aquí, y los productos están muy bien de precio... Fíjate, qué naranjas tan mollúas". Pepita y Consuelo son habituales del mercado. Salen de la compra con sus carros lleneticos de productos frescos para la casa. Son del barrio, fieles al mercado y a sus proveedores habituales. Normalmente compran fruta y verdura, aunque de vez en cuando pecan comprando alguna cosica más, igual algo de ropa o alguna alhaja, que de todo hay en el mercado.

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Cristina escoge entre las naranjas del puesto...

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Pepita y Consuelo salen del mercado con los carros llenos...

Las vecinas posan ante el fotógrafo en el paseo de entrada al mercado mostrando la mejor de sus sonrisas, ese pasaje que volverá a ser testigo del paso de propios y foráneos camino del mercado, una vez más, a por producto fresco bueno, bonito y barato. Hasta el jueves que viene.

Texto: José L. Ramos Romero

Fotos: jch  


miércoles, 27 de julio de 2022

Polémicas y debates sobre el Mar Menor

 El pasado 20 de julio se publicó en varios portales y periódicos el estudio titulado "Estudio técnico de caracterización del perfil de nutrientes de la rambla del Albujón y su relación con la EDAR Torre Pacheco". 

jueves, 3 de febrero de 2022

La batería de Castillitos, un reino de leyenda.

 Como buen turista despistado ajeno a la ruta, la llegada a lo alto de la montaña, tras atravesar la carretera estrecha y angosta en coche, es el premio merecido, aquello que descubres sin saber de qué iba la película. Sí que sabía que había algo gordo ahí arriba, que ya me lo habían advertido -"lo vas a flipar, primo"-, pero uno va sin darse mucho alpiste aunque con la cámara preparada por si hay faena. 

Y entonces lo flipas, primo...



domingo, 14 de noviembre de 2021

"No soy muy de actitud: a mí me interesa la música"

Joaquín Talismán presenta "Brújula y Sextante", su último trabajo discográfico.

Quedo con mi colega a tomar café en El Bosque Animado para que me cuente su nueva aventura, diez canciones en las que retoma su querencia por los temas simples y pegadizos que conforman "Brújula y Sextante" (Perdición, 2021), una marmita donde confluyen armonías preciosistas y los arreglos más depurados en la búsqueda de la sencillez y honestidad de sus letras. Las grandes bandas y los solistas de rock de todos los tiempos nos acompañan como hilo musical en esta tarde de otoño.

miércoles, 10 de marzo de 2021

Atolladero

La primavera murciana llega tempranamente tras las lluvias esperadas. El verde rebrota en los parterres y los pimpollos de las moreras anuncian la buena nueva, esa llegada del sol cálido y amable que otorgará vida y luz a nuestra tierra. Tras el agua el barro será dueño de caminos y campos, enfangado cultivos y dificultando el laboro, esa recogida del fruto húmedo angostado entre los ramajes abatidos por la tormenta. Pero el conocimiento del labrador, su buen oficio, permitirá recogerlo sin dañarlo o procurando infligir el menor perjuicio posible, todo lo necesario para que el consumidor pueda recibirlo en su mesa con todos los parabienes habidos y por haber.

sábado, 6 de marzo de 2021

Minotauro


Minotauro. Escultura de Lars Calmar
Minotauro. Escultura de Lars Calmar
La Bestia, medio hombre-medio toro, nació de la unión de la reina Pasifae y del toro blanco que Poseidón había regalado a su marido, el rey Minos. El Rey, avergonzado de la criatura, la encerró en un complejo construido por Dédalo, un intrincado Laberinto. Cada nueve años se le abastecía con siete efebos y siete doncellas atenienses para alimentarlo: los jóvenes se internaban en el Laberinto donde vagaban perdidos hasta encontrarse con el Monstruo que los devoraba. El héroe Teseo, con la ayuda de su amada Ariadna, acabó con su infame vida.